Redacción.
31 de Marzo de 2014. El
proyecto de la joven Ekaterina Trúsheva, de tan solo 13 años, se llama nave
galáctica Tierra.
La idea de crear una nave intergaláctica nació cuando la joven se enteró de que algún día el Sol se tragará a nuestro planeta y fue entonces cuando decidió buscar la manera de salvar a la humanidad. El objetivo de la nave serán las expediciones científicas a otras galaxias en busca de vida.
La nave, será construida en la órbita terrestre y no llevará al cosmos ninguna fuente de energía para reducir la masa y aumentar la velocidad. En cambio utilizará como combustible el medio ambiente interestelar, el cual en uno por ciento consiste en hidrógeno.
El hidrógeno sería 'captado' por un embudo magnético, luego sería comprimido y calentado por reacción termonuclear, posteriormente se aceleraría y se lanzaría de nuevo al espacio interestelar, proporcionando de esta manera la velocidad necesaria.
Tras finalizar la búsqueda de una tecnología a la vez segura, económica y fácil, la autora del proyecto escogió un propulsor de uniflujo termonuclear y un propulsor de uniflujo fotónico como motores para su nave galáctica.
Estos propulsores permitirán acelerar la marcha lo suficiente para alcanzar la estrella más cercana a nuestro sistema solar, Alpha Centauri, en tan solo 42 años. Las naves espaciales existentes necesitarían 50.000 años para hacerlo.
La idea de crear una nave intergaláctica nació cuando la joven se enteró de que algún día el Sol se tragará a nuestro planeta y fue entonces cuando decidió buscar la manera de salvar a la humanidad. El objetivo de la nave serán las expediciones científicas a otras galaxias en busca de vida.
La nave, será construida en la órbita terrestre y no llevará al cosmos ninguna fuente de energía para reducir la masa y aumentar la velocidad. En cambio utilizará como combustible el medio ambiente interestelar, el cual en uno por ciento consiste en hidrógeno.
El hidrógeno sería 'captado' por un embudo magnético, luego sería comprimido y calentado por reacción termonuclear, posteriormente se aceleraría y se lanzaría de nuevo al espacio interestelar, proporcionando de esta manera la velocidad necesaria.
Tras finalizar la búsqueda de una tecnología a la vez segura, económica y fácil, la autora del proyecto escogió un propulsor de uniflujo termonuclear y un propulsor de uniflujo fotónico como motores para su nave galáctica.
Estos propulsores permitirán acelerar la marcha lo suficiente para alcanzar la estrella más cercana a nuestro sistema solar, Alpha Centauri, en tan solo 42 años. Las naves espaciales existentes necesitarían 50.000 años para hacerlo.
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